Él me decía que no expresivo,
pero anoche jugamos a que él era el verano
y yo era una cometa,
y en la amplitud de su cielo,
mis movimientos coincidían con el vaivén de sus vientos.
Luego mi cuerpo se convertía en un columpio
en el que me mecía hasta el punto máximo
donde se alcanza el vértigo
y se disfruta del descenso.
Nos transformamos en olas,
en olas fuertes que golpean la orilla
y convierten la quietud en espuma.
Reíamos como chiquillos que disfrutan mezclar la plastilina
porque la esencia no está en conservar los colores
sino en crear nuevas formas.
Éramos la expresión de lo que significa la palabra vida,
yo era una pasajera que ocupaba el primer vagón del tren
y se perdía en la profundidad de sus túneles.
Entonces entendí lo bello de sus metáforas,
cuando me decía que no era expresivo
pero incendió mi alma con un poema palpable
en el que comprendí la esencia de los sentimientos.
MARTHA ROJAS

