"¿Qué significo para ti?" Mi pregunta diaria, mi tormento necesario. Y es que no entiendo como teniéndote a mi lado, entre besos y abrazos, sigo cuestionándome qué soy para ti. A veces me siento gloriosa, la mujer amada, la envidiada por las románticas, pero luego parece que la realidad, o al menos mis recuerdos me dicen "¡Eres nada!"
¿Por qué tan cruel pensamiento me acompaña? ¿Por qué tan sola y tan acompañada? ¡¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?! ¡Mil veces, y jodidamente ¿por qué?!.
No quiero más perturbaciones ni inseguridades, amor mío, fuiste causa y hoy eres efecto. El efecto de un silencio profundo y abrumador que asfixió mi alma cuando a gritos clamaba tu amor, el efecto de noches continuas batallando entre mis almohadas y las lagrimas de desprecio hacia mí misma. El efecto de tu indiferencia absoluta cuando me sentía la mejor versión que en mi vida había sido, o quizás no era la indiferencia, era tu atención en lo superficial, en lo banal, en esa. Esa, que no puedo pronunciar su nombre, esa que me robó mis sueños y mis esperanzas, esa que dejaste entrar en tu vida teniéndome a mí.
Te amo, y también es cierto que te odio. Aunque, creo que miento al afirmar lo segundo, tal vez lo que odio es que lo primero sea cierto. ¡Amarte! Sabor a gloria, delirante infierno. ¡Amarte! Noches compartiendo la misma cama y los mismos sueños, para luego terminar con las manos más vacías que cuando llegué a tu vida. ¿Recuerdas cuando llegué? No sé si completa, seguramente un tanto rota, pero cariño, ¡Tú!, tú me llenaste de tanta fe en el mundo y en el amor, que me sentí en plenitud, jovial, vanidosa y coqueta. Me sentí humana, y me encontré perfectamente imperfecta cuando en tu mirada observé que los defectos embellecen el alma.
Adorarte significó encantarme por tus manías, comprenderte en tu distracción, sentirme diosa en las manos de un mortal. Adorarte, fue amar tu pasado y besar tus cicatrices, adorarte fue mi arte, mi poesía, mis canciones. Adorarte, significas ¡Tú! y cada letra de tu nombre que cambió el sentido de mi abecedario. Adorarte también, es darte las gracias, porque en noches como estas me conviertes en poeta y haces temblar mi alma, porque entre tantos por qué y en tan pocas respuestas, puedo concluir que te amo, y que entre tanto egoísmo que me enseñaste, aprendí a amarme aún más a mí.
PETER PAN